• Inicio
  • Acerca
  • Arte
    • Arte Visual
    • Música Original
    • Música (Covers)
  • Cursos

romerojp

Ayer por la noche se celebró el Acto de Clausura de las actividades realizadas durante el Circuito del Arte de la sexta edición de la Biennal de València CVO 2023. La Biennal celebró diez años conectando el arte gestado en talleres y estudios de artistas con las exposiciones que se realizan en los más prestigiosos Museos y Centros de Arte de València. El evento se desarrolló en la Sala de Actos del Octubre Centre, ubicada en la planta de las Salas de exposiciones, sede donde sigue expuesta mi obra "Ascendente" en formato digital.

Durante diciembre y hasta el 6 de enero, aún hay la oportunidad de visitar todas las exposiciones vigentes que testimonian el enriquecedor diálogo que existe dentro de la comunidad artística, reactivando la circulación de contenidos e incorporando nuevas narrativas y prácticas artísticas.








Este pasado jueves se inauguró la siguiente edicion de la mundialmente reconocida Feria de Arte Superfine! Regresó a San Francisco en el Centro Fort Mason para las Artes y la Cultura. Superfine expandió su presencia a lo largo y ancho de Estados Unidos para reunir a más de 60 artistas locales e internacionales, colectivos y galerías. Para este evento, fui representado por galería de arte Teravarna y tres de mis obras estuvieron exhibidas y disponibles para su compra.









El surrealismo siempre ha sido reconocido por distorsionar la realidad para crear imágenes que se acercan al subconsciente. Las obras resultantes a menudo presentan fragmentos de cierto realismo con contradicciones que resultan ilógicas.

Cuando distorsiono figuras humanas y otros elementos, no lo hago con el propósito de crear algo macabro. Prefiero equilibrarme entre lo reconocible y lo misterioso, creando una atmósfera que se asemeje a una adivinanza sin respuesta. Me parece interesante que, en un sueño, una transformación increíble de algo reconocible puede despertarnos. Nos damos cuenta de que algo es tan ilógico que nuestro cuerpo se rinde y nos devuelve al mundo consciente. Sin embargo, en el arte surrealista, es como si se pusiera el sueño en pausa, dándonos el tiempo para apreciar el mundo que cada uno lleva dentro de su cabeza.

A menudo me han preguntado acerca de la licuefacción de formas en mi obra. Además de la obvia influencia de Salvador Dalí, creo que derretir formas abstractas y cuerpos humanos me brinda la oportunidad de representar esos cambios dentro de nuestra vida. Por ejemplo, nuestras emociones pueden cambiar conforme reaccionamos al mundo exterior, o podemos olvidar recuerdos importantes, o volvernos personas completamente diferentes a través del tiempo y la experiencia.

Debido a nuestras limitaciones humanas, ni siquiera somos narradores fidedignos de nuestras propias historias. Constantemente filtramos pensamientos y nos moldeamos a nuestra audiencia. Además tenemos nuestro propio panteón de principios y opiniones que sesgan la curaduría de nuestras ideas. Eso es lo que me atrae al surrealismo, que desnuda al ente humano y lo coloca frente a su subconsciente, sin darle la opción de filtrar ideas, ni la opción de despertar del sueño.

Cuando exploramos el mundo del arte digital, a menudo nos encontramos con desafíos únicos, tanto en el proceso de creación como en el mercado. Una característica distintiva de obras como la pintura digital, la fotografía y la fotomanipulación es su falta de presencia física; estas creaciones suelen quedarse en el ámbito de las pantallas y los píxeles. Esta particularidad a veces conduce a malentendidos y subestimaciones de su valor artístico.

En cierta ocasión, estaba platicando con alguien sobre una de mis obras digitales que planeaba imprimir para su venta. Esta persona sugirió que debería fijar un precio significativamente más bajo en comparación con otras piezas de medios tradicionales. Su argumento se basaba en que, al no ser una obra única, debería venderse al mismo costo que una reproducción de una obra en medios tradicionales, como si fuera una foto de una pintura.

El arte digital no es más ni menos válido que cualquier otra forma de expresión artística; es simplemente otro medio. Las impresiones giclée son mucho más que simples réplicas cuando se trata de arte digital, ya que, aunque la falta de presencia física no disminuye el valor de una obra, una impresión giclée puede ser la única representación física de una obra digital. Son un medio a través del cual llevamos estas creaciones al mundo tangible, y su valor es igual de legítimo que el de cualquier medio tradicional.

Y si bien las tiradas de impresiones limitadas pueden mantener el valor coleccionable de una obra, más allá del medio utilizado, lo que a mi realmente me importa es la historia detrás de cada obra, la técnica, la creatividad y la visión del artista.

Hay un refrán popular en inglés que dice hindsight is 20/20, es decir, la visión retrospectiva es 20/20. Se usa para notar que al mirar hacia el pasado las cosas parecen más claras de lo que eran en el momento. Esto siempre me ha molestado. Y no es que tenga algo en contra de aprender de mis errores, pero que el conocimiento llegue tarde me hace sentir estúpido.

A veces son cosas sin importancia, como cuando se me ocurre un pequeño chiste que ya no tiene sentido decir, pues la conversación ya salió del tema y el timing ya no funciona. Pero otras veces son ideas, opciones de como pude haber reaccionado ante cierta situación. Muchas veces estas alternativas me hubieran podido evitar pleitos, pero llegan hasta que ya estoy lidiando con ellos. Aquí es cuando típicamente suspiro, me digo mentalmente "el hubiera no existe" y prosigo con mi vida.

Milan Kundera, en su obra "La insoportable levedad del ser," tiene una corta reflexión que siempre me ha encantado. Él dice:

El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. [...Es] como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro."

Resulta irónico que cuando uno tiene la visión más clara es cuando ya ha vivido su vida, ya tuvo su ensayo, ya sabe que pasó... y se aproxima a la muerte. Si me pongo a pensar en mi "yo" de hace 10 años, pienso que no sabía nada de nada, que me faltaba mucho por aprender. Pero lo curioso es que aun con el paso del tiempo, sigo pensando lo mismo. Aunque crezca como persona y sea mejor que ayer, ya sé que mi yo de mañana va a decir que "todavía me falta". Recientemente le pregunté a mi papá si este tipo de pensamientos eventualmente desaparecen conforme uno envejece. Él se limitó a decirme que después de un tiempo 10 años no parecen ser tanto como parecían antes. Y claro, si hoy porcentualmente para mi representan alredador de 30% de mi vida, pero 15% de la suya.

Yo odio esa claridad tardía de las oportunidades perdidas, las opciones no tomadas y los caminos no explorados. Viven en un rincón de mi cabeza que me dice "mira lo que ya no fue". Entiendo que las decisiones que tomamos en el pasado se basan en nuestras circunstancias, conocimientos y emociones de ese momento. Pero a veces ese sabor amargo nos molesta lo suficiente para impulsarnos a rectificar una mala decisión. Después en 10 años llegará el arrepentimiento de la rectificación... o de la falta de. Por eso más vale vivir plenamente nuestro boceto hacia la nada, sin vergüenza ni reservaciones, anticipando que inevitablemente nuestro "yo" del futuro nos va a criticar hasta que se muera.

Reciéntemente le he dado una despolvada a mi portafolio y he empezado a crear arte de nuevo. Esto ha hecho que mi proceso de creación salga a tema con amigos y familiares. Me di cuenta que muchas de las decisiones que tomo cuando formo mi obra me parecen obvias porque ya se han "marinado" en mi cabeza por mucho tiempo. Pero tal vez estas decisiones no sean tan evidentes para alguien más. De ahi parte el tópico de hoy: si mi obra tiene como tema recurrente al ser humano, ¿porqué generalmente evito representar caras?

1. La universalidad y la introspección

Al evitar rasgos faciales específicos, busco crear una representación más universal del ser humano. Al dejar un caparazón de la forma humana, una insinuación, es más fácil que una amplia gama de espectadores se puedan relacionar a la obra. Este enfoque es visto típicamente en obras de artistas como Alberto Giacometti, que creaba esculturas abstractas de figuras que daban sólo suficiente detalle para empezar a echar a andar la imaginación, pero no tanto como para que todos atribuyeramos el tema de la obra a alguien específico. Esto permite que cada quién proyecte sus propias emociones, experiencias y narrativas en la obra.


2. La expresión corporal y externa al cuerpo

Casi siempre trato de materializar lo que nace a partir del ego, es decir, cosas como el orgullo, la tristeza o la envidia. Por eso quisiera amplificar estos sentimientos e interpretarlos a través de la expresión corporal y el entorno de mis símbolos humanos. Me parecería limitante por ejemplo, expresar tristeza por medio de una cara llorando. ¡Cuando uno se siente triste, no se siente sólo en la cara! El escultor Henry Moore es un ejemplo de esto, pues hacía abstracciones de la figura humana, muchas veces completamente carentes de rostros. Moore enfatizaba la relación entre las formas humanas y el espacio circundante, creando una sensación de movimiento y tensión. Sus figuras humanas a menudo se doblan, estiran y entrelazan, lo que puede evocar sentimientos de unión, vulnerabilidad o incluso lucha.


3. Lo absurdo o enigmático

Esto es típico de los surrealistas. Yo creo que desafiar la lógica y la realidad convencional hace que el que vea la obra sea capturado por el misterio. Cuando se trata del arte, me fascina ese sentimiento perturbador, extraño, de que algo está mal al ver una obra. Muchas veces esta disonancia de cosas que "huelen" a la realidad pero no alcanzan a serla pueden hacernos sentir miedo, pero otras veces curiosidad. Ésta curiosidad es la que más me gusta a mi experimentar, y me pasa mucho cuando admiro obras de Salvador Dalí.


La consultoría no era mi llamado. No soñaba con ello y ni sabía de qué se trataba. De hecho la ingeniería en tecnologías computacionales tampoco fue mi primera opción. Hace años estudiaba una licenciatura en animación y arte digital. Lo que más me llamaba la atención era lo segundo. Yo estaba fascinado con el mundo híbrido del arte y la tecnología.

El JP de secundaria era un nerd que se pasaba horas, sólo frente a su computadora, picándole a todo en photoshop. Participaba en foros donde otros personas (yo supongo que también otros niños como yo) compartíamos y criticábamos nuestras creaciones.

Al mismo tiempo, siempre me llamó la atención la programación. Era un niño arrogante que se jactaba de probar cosas que leía en internet. En ese entonces, la seguridad de los navegadores no era tan priorizada, y uno de los scripts que más me gustó poner en el salón de computación de secundaria usaba un VBscript para abrir y cerrar la unidad de CD de una computadora. Incluir este script dentro de una ventana que con javascript abría una copia cada que la cerrabas podía obligar al usuario a matar el proceso desde el administrador de tareas. Ah... travesuras de un nerd de secundaria. 

No lo hacía de manera encubierta. Recuerdo haberle presumido a mi maestra de computación de secundaria lo que podía hacer. Probablemente por eso nunca me interesó el hacking, la creación de malware o cualquier cosa realmente maliciosa. Me gustaba el aspecto creativo detrás de los scripts, no tanto el realmente afectar a alguien. Por eso no era enteramente un script kiddie.

Eventualmente no me titulé como artista digital, me titulé como ingeniero. No tenía muy claro en qué empresa quería trabajar. Seguía especializado en tecnologías web - interés cautivado desde aquél momento en que jugaba en secundaria. Por pura casualidad terminé en una consultoría que tenía un solo proyecto enteramente web. El barco se estaba hundiendo, y consistía en el desarrollo de un sitio de reservaciones basado en PHP y MySQL. Al inicio hacía muchas actividades de bombero, apagando fuegos que eran producto de una mala definición de requerimientos, una mala estimación de tiempos, o simplemente bugs de casos de uso que nunca fueron sujetos a testing.

El barco se salvó y yo me fui moviendo a otros proyectos. Obtuve mi maestría en ciencias computacionales avanzadas. Mis materias favoritas eran las de modelación y consultas de bases de datos. Pero ningún otro proyecto de consultoría era de tecnología web. Por casualidad terminé especializándome en la gestión y gobernanza de datos. Curiosamente, es similar a la seguridad informática en que el eslabón más débil casi siempre es humano. Ya van a ser 8 años, donde cada vez hago menos cosas técnicas, y ahora me desarrollo más como consejero funcional.

No se cuál era el propósito de esta entrada, pero tal vez es decir que mi cerebro híbrido al que le gusta el arte, la creación y la tecnología resultó ser bueno para la consultoría. Y si hay alguien como yo que no sabe a qué dedicarse, ésta podría ser una buena opción.

Older Posts

Follow Us

  • facebook
  • instagram

Categories

  • arte
  • Pensamientos de regadera
  • Temas Técnicos
  • japón
  • Breaking

recent posts

Blog Archive

  • diciembre 2023 (1)
  • noviembre 2023 (3)
  • octubre 2023 (1)
  • agosto 2023 (4)
  • abril 2016 (1)
  • julio 2015 (1)
  • diciembre 2012 (1)
  • febrero 2012 (1)

2024 JP Romero